lunes, 7 de octubre de 2013

Resumen Tema 2

  

LA APRECIACIÓN PLÁSTICA DE ESTILOS ARTÍSTICOS. 
LA NECESIDAD DE JUICIOS CRÍTICOS


   Asociamos belleza con proporción y esto ocurría ya desde la antigüedad.  

   En la antigua Grecia, se veía el mundo como una forma y fue Pitágoras el que estableció lazos entre cosmología, matemáticas, ciencia natural y estética. Él sostuvo que el principio de todas las cosas es el número; existe una belleza porque las cosas están ordenadas, incluso las matemáticas regulan los sonidos musicales . Todo esto basado en la idea de proporción la cual continua persistiendo en la Edad Media. Boecio recuperó las ideas de Pitágoras acerca de que los modos musicales pueden llegar incluso a influir en la psicología de las personas.

  En la arquitectura ocurre lo mismo, las proporciones arquitectónicas tienen relaciones semejantes a los intervalos musicales, siguiendo la idea pitagórica. Un claro ejemplo es la tetraktys, una figura que ejemplifica de forma perfecta la reducción de lo numérico a lo espacial, de lo aritmético a lo geométrico:


  Esta concepción matemática del mundo también la expresa Platón, continúa entre al Humanismo y el Renacimiento, dotando a este concepto de proporción de una parte mística y simbólica.

  Los pitágoricos, en su búsqueda de la perfección se basaron en la oposición de contrarios, pero para ellos, sólo uno de los dos representa dicha perfección. Heráclito, sin embargo, afirma que ya que han de convivir estos contrarios sin conciliación, la armonía surgirá de la tensión continua entre ellos. Para que exista dicha armonía hay que encontrar un equilibrio. Este equilibrio, en el plano visual, se corresponde con el concepto de simetría, dando la razón esta idea pitagórica a uno de los cánones de belleza fundamentales de la antigua Grecia.

   Estudiando las proporciones correctas se llega hasta la aplicación del concepto de eurrítmia a través de Vicleto, consistente en adaptar las proporciones a la visión.

   Más tarde, en la cultura medieval surge el concepto de homo quadratus , en el que vuelve a aparecer el número como explicación a la estética, dando especial importancia al número cuatro, presente en la naturaleza como explicación a numerosos fenómenos. Al igual que el cinco, que también es un número con numerosas correspondencias.


Para los pitagóricos, como ya se ha comentado, el alma y el cuerpo están regidas por las mismas reglas que los fenómenos musicales, al igual que la armonía del cosmos. Durante años se debate sobre este concepto de cosmos y belleza hasta llegar a diversos autores de la escuela de Chartres que nos presentan un nuevo concepto: la naturaleza es la que rige este mundo y no el número. La belleza y la fealdad nacen por contrastes.


La estética de la proporción la encontramos también en otras artes, como la pintura. Esta proporción tiene que existir pero también estar adecuada al fin para que el que está destinada una cosa para que sea bella.
   A lo largo de la historia se ha buscado el ideal de belleza y la perfección bajo los criterios de proporción propios de la época.

  

Si pasamos al otro extremo, al concepto de fealdad, alcanza su máxima expresión en lo siniestro, aquello que nos inquieta convirtiendo una situación cotidiana en algo que inusual. Una situación que nos hace sentir incómodos y que escapa a la explicación de nuestra lógica.



Los fenómenos sobrenaturales o diversas historias mostradas en cuentos representan este concepto. El arte dispone de numerosos medios para representar a lo siniestro.
Todo lo inquietante e inexplicable, aunque sea a través de relatos, del cine o la pintura, nos llevará a este concepto: objetos que se mueven, la aparición de un doble, el vampirismo, el retorno de los muertos, los fantasmas... etc.

Aunque nuestro subconsciente sepa que no es real porque no sucede en nuestra vida cotidiana, al ser algo inquietante pasa a ser feo, siniestro.

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